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HISTORIA

Debido a la situación estratégica de Nueva Carteya, a lo largo de la historia se han asentado diferentes culturas como la romana, la íbera o la visigoda, aunque su nacimiento se produjo en 1822. En 1641 fueron vendidas estas tierra al Concejo de Baena por el rey Felipe IV. Alrededor del Monte Horquera, se generó el asentamiento humano y la construcción de la ermita de San Pedro, que data de finales del siglo XVII o principios de XVIII, fué declarada Parroquia Rural en 1812 y permaneció como tal hasta 1826, cuando el culto se trasladó a la nueva Parroquia del nuevo pueblo. Junto a la ermita existió un cementerio que se clausuró en el año 1890.

En 1821 el Ayuntamiento de Baena decide repartir las tierras y fundar una aldea en el Monte. El diputado Marqués de Cabriñana llevó adelante todo lo concerniente a la fundación. El reparto se llevó a cabo en Baena el 16 de agosto de 1.821. El 30 de noviembre acuerda el cabildo de Baena fundar la aldea y el 6 de diciembre fija el emplazamiento de la nueva población y propuso el nombre de aldea de San Juan. El 6 marzo de 1822 la Diputación Provincial encarga a D. Diego Carro y Díaz la planificación y dirección de la obra. El 25 de octubre la Diputación, a propuesta de D. Diego Carro, acuerda que la nueva población se denominará en adelante Nueva Carteya.

Nueva Carteya se erige en municipio independiente por Real Orden de la Chancillería de Granada de 27 de octubre de 1.832. El término municipal, tras muchos avatares y recursos, le fue concedido el 25 de abril de 1.953 por lo que se agregaba al municipio de Nueva Carteya las “6.937 hectáreas que constituyen el territorio denominado Monte Horquera”.

Escondida entre imponentes montes de olivar de una riqueza varietal sin igual, se esconde Nueva Carteya, un pueblo consciente de su pasado, pero sobre todo ilusionado con su futuro, ya que aúna la sabiduría de su gente mayor, la experiencia de sus hombres y mujeres y sobre todo la voluntad de sus jóvenes por continuar y mejorar el legado que le han dejado sus predecesores. Poco hace falta para elevar el orgullo de estas gentes, que escondidas entre cerros, se erigen en las primeras estribaciones de la Subbética como personas honestas, trabajadoras y respetuosas con sus tradiciones y el medio ambiente.
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